Todavía no entiendo por qué me está pasando todo esto a mí. Yo nunca he tenido problemas con nadie, ¿por qué habrían de hacerme esto? Mi familia debe de estar preocupada, ya ha debido de pasar demasiado tiempo desde que salí a dar mi paseo nocturno pero
¿cuánto? Ni siquiera sé dónde estoy. Solo recuerdo que una mano grande y áspera me tapó la boca desde atrás mientras alguien me vendaba los ojos con una facilidad terrorífica. Después creo que me llevaron hasta un coche. Allí me ataron las manos y me pusieron unos tapones en los oídos para que no pudiera escuchar nada. Al cabo de un rato me cogieron en brazos y me trajeron hasta aquí, me desataron y se marcharon. Lo primero que noté fue que el suelo estaba muy duro y frío, como si fuera de cemento, y el ambiente era tan gélido y húmedo que penetraba hasta en los huesos. Aunque estaba muerto de miedo decidí que sería mejor quitarme la venda y los tapones pero eso no mejoró nada.
El horrible silencio de este lugar todavía hace juego con la oscuridad que lleva rodeándome durante un tiempo indefinido para mí. Tengo miedo a moverme porque no sé qué puede haber a mi alrededor. ¿Estaré en alguna fábrica abandonada rodeado de objetos punzantes para lastimarme si me muevo? ¿En algún bunker bajo tierra con residuos tóxicos a mi alrededor? ¿Estaré solo? ¿Viviré?
Lo único que alcanzo a escuchar es mi respiración entrecortada y el acelerado e inestable palpitar de mi corazón, al borde ya del infarto. Sé que si sigo aquí quieto mi imaginación me llevará a un alto grado de locura y el frío me matará; debo intentarlo. Empiezo a moverme muy lentamente y cada pequeño roce con el suelo queda suspendido en el aire como si me encontrara en un espacio infinito. Este sitio debe ser muy grande y estar bastante vacío. Tanteo con mis pies antes de avanzar por si me topo con algo, como así sucede. Es un objeto pequeño y duro y, al dejarlo caer, suena hueco. Lo recojo y lo lanzo hacia la izquierda pero, esta vez, suena un golpe seco y profundo. Me dirijo hacia allí y, pocos metros después, un líquido espeso humedece mis dedos. En el aire se respira ahora un olor muy desagradable. Aterrorizado, sigo ese rastro líquido y caliente hasta que mis manos chocan con un objeto blando y carnoso. Me quedo helado y, al intentar huir de allí, tropiezo y caigo sobre ello. Mis dedos se hunden en sus ojos y, al instante, me desmayo.
Un buen desarrollo de una buena idea. Sabemos qué escribir, pero crear el paisaje y sugerir...siempre se esconden entre las palabras que empleamos.
Siempre admirando tu trabajo.