He escrito veintisiete veces la palabra "sonrisa" sobre un folio en blanco, con tinta de limón para que solo se vea cuando empiece a arder de nuevo mi vida. Tal vez el problema no sea que al mando de televisión se le han acabado las pilas, sino que solo hay un canal disponible en mi programación. ¿Y si todo fuera cierto? ¿Y si fuera mentira? ¿Y si no es nada?
El mar de lágrimas contenidas que he acumulado durante miles de atentados contra la almohada hoy ha desbordado, sin motivos, sin esfuerzo y sin necesidad. Tan solo porque sí, sin nisiquiera apretar los ojos para encontrar ese resguardo que nos da sentirnos alejados del mundo, ocultos detrás de unas cortinas lo suficientemente pequeñas como para marcharnos sin que se note.
No, a mi tampoco me gusta darme cuenta de que me queda una hora de sueño, dos de imaginaciones y cuatro de recuerdos. Dejémoslo en siete de pesadillas. Lo siento, los bostezos me recuerdan que soy persona. Hasta mañana, si el despertador quiere. 17-11-15
