Ya no lloro, ni río;
ya no sufro, ni canto;
ahora yo tan solo bailo
al son del escalofrío.
Mis ojos no lucen brillo,
tampoco lágrimas derramo;
Mis ojos, con repugnante encanto
muestran dos pozos de vacío.
Ni la felicidad, ni la tristeza,
que la misma infernal vida
es ahora mi injusta jueza.
Pues ya llevo tiempo advertida
de que esa dulce flecha
sería mi más grande ruina.
4/12/14