-Parece que va a llover -me dijo.
Me sobresalté. Aparté cuidadosamente la vista del libro y descubrí a una anciana ataviada con unas gafas oscuras que escondían sus ojos y acompañada de un precioso perro guía. La miré desinteresadamente y seguí con mi lectura.
-Parece que va a llover -repitió.
Supuse que no callaría hasta que la respondiera así que la dije:
-No tiene pinta, el cielo está completamente despejado.
-Lloverá -insistió.
Quise dar por finalizada la conversación pero al rato me preguntó:
-¿Llevas paraguas?
-No, no llevo.
-Ten - dijo ofreciéndome uno. Era bastante extraño, parecía pintado torpemente a mano con una tempera negra.
-Se lo agradezco pero no es necesario -contesté extrañada.
Sin decir nada más dejó el paraguas sobre el banco en el que estábamos sentadas, se levantó y se marchó con una agilidad que no había esperado.
"Qué señora tan extraña", pensé; pero acto seguido empezó a llover. Y no sólo eso sino que en un tiempo escaso diluviaba. Cogí entonces aquel paraguas muy desconcertada, lo abrí y lo situé encima de mi cabeza. La pintura comenzó a quitarse dando paso a un plástico completamente transparente. Había escrito una frase en él: "te lo dije". 07-01-16
