(A mi ciudad, mi primer poema social. A mi ciudad: mi Lima Panza de Burro.)
Ya no siento el frío esta noche;
no lo veo
en esta noche de autos de cuatro
luces frontales
Y parejas que se besan,
se acarician,
en los paraderos de los micros
jurándose amor eterno
de esta eternidad que
conocen los semáforos.
No siento el frío ya;
no lo huelo.
Invierno de hombres y hambre
en el que soy una con la ciudad
y hombre soy
(y no soy nadie)
y mujer soy
y perro y niño y ficus y
auto mal estacionado
y sigo sin sentir nada.
El calor tampoco;
fuego de hornilla,
¿para que inmolarse,
entregarse al destino,
al ideal
o a la pasión?
Mejor congelarme,
quedar fría
(frío que extraño)
y ser una para siempre:
Estática
como el edificio en el que crecí
(o no)
como los rascacielos
pero a esa mula no le pica nada
(no la rasques, sólo ríe
mula cosquillosa)
por eso no crecen.
Ríe, mula
equino hambriento
Ríe, ciudad, ríe y pasa hambre
Y sé soledad, indiferencia
nostalgia
boleros y salsa
y paraderos llenos de gente
cuyo rostro no logro determinar.