Carolina reaparece en mi vida,
por las noches, eclipsando a mi luna,
y su mirada lejana me acuna
en el seno de su fotografía.
Carolina me dispara sonrisas,
que invaden mis retinas sin permiso,
logra que me olvide de lo que he sido,
y me vuelvo bueno al sentir su brisa.
Carolina me remite sus días,
se los cambio por mis noches oscuras,
y en el encuentro suelen saltar chispas.
Su cabello rozando su mejilla
espabila mis dormidos sentidos,
y a Carolina consigo hacer mía.
(Para la charrúa mas linda)