El día de ayer fue un día genial. Sin más. Sin malos rollos, sin escuchar mierda de nadie, siendo fiel a tu personalidad y a tu educación, sin tener que ofender, sin necesidad de arremeter contra nadie, ni responder a provocaciones, sin sentidos o contradichos de quienes intentan pronunciarse sólo para hacer daño. Porque nada de eso sirve para nada, sino para castigarse a uno mismo cuando ya nada tiene que perder. Las cosas dejan de tener un ápice de importancia cuando no se trata de algo verídico. Todo ésto lo aprendes en el camino, en momentos, en resquicios de felicidad que sólo se comprenden en raras ocasiones: Si te caes y te levantas, si das la mano y te la muerden y aún así, tú siempre eres el "malo". Por ello: Sol, buena compañía, vino... y mucha paz, con la conciencia siempre bien tranquila cuando sabes que no debes nada a nadie, absolutamente nada, a nadie. Muchas veces he sido fiel a mi mismo, otras me he dejado guiar, pero hoy lo he sido más que nunca y, por ello, he aprendido en el putísimo genial día de ayer lo siguiente:
"Porque nunca es tarde, y el tiempo solo se acaba cuando la vida termina. Hasta ese momento, siempre existe una posibilidad para todo porque para ser realmente grande hay que estar con la gente, no por encima de ella, "
Un día de puta madre, lo que os decía. Y que todo lo que os pueda desear siempre sea tan bueno cual días como éste. :)
Mucha felicidad, feliz Navidad y buena suerte.
