Era simple la propuesta
de saludar al sol en nuestros brazos,
de esperar que, volcanes,
el calor desde adentro nos viniera.
Era solo pintarnos la cara con la lengua,
era pecado,
acrobacia,
era quimera.
Era subirnos al placer de los placeres
sin medir las consecuencias.
Era mi cuerpo en el tuyo.
Era pedir que me llevaras
cuando en vértigo de sábanas celestes
te lanzabas a volar.
Era un atajo a la gloria
Era apostar al presente
arrancándole raíces al futuro.
Era reírnos con la risa de la piel.
Era un secreto que se nos escapaba.
Hasta que llegó sin golpearnos los dinteles el amor
y sin permiso
se metió con descaro en nuestra cama.
Nos fuimos con el mayor de los sigilos
no fuera a ser
que se nos despertara