Aquel niño era yo. Debajo de aquella capa de suciedad y soledad, detrás de aquella red de sentimientos entrelazados y recuerdos olvidados, más allá de la porquería y la incomprensión que protagonizaban mi vida, estaba aún el niño que podía quedar dentro de mi, en aquella ciudad que me ahogaba cada día y me separaba sin pudor de mi niñez. Sólo con dar un paso adelante, el mundo de los mayores me esperaba para darme una bienvenida que, lejos de ser cálida, se tornó en una nube gris de un humo intenso que me zarandeó el cuerpo y me convirtió de repente, en adulto.
Tengo 33 añitos y no lo puedo dejar aún. Lo siento. Ustedes los adultos son muy serios... Hablando en adulto ahora, muy ciertas tus palabras, muy bien dichas! un beso
Muy bueno tu texto, tambien me niego a crecer aunque la naturaleza y la sociedad me obliguen. Creo que la unica forma de permanecer niño es en la mente de quienes asi te recuerdan, incluyendose uno mismo. Me encanto. =)