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El Sol, Tú y Yo

El sol estaba a punto de esconderse en el mar, hasta hace unos minutos, azul, y ahora dorado por la cercanía de la gran bola de fuego que nos decía adiós después de haber sido testigo de un maravilloso día de besos, de caricias y de manos entrelazadas. Todo había transcurrido bajo su luz y parecía que ahora, sin ella, se acercaban momentos de temor e incertidumbre por descubrir qué ocurriría cuando se hiciera de noche. Mi cuerpo temblaba mientras mi espalda apoyada en su pecho, y rodeada por su cálido abrazo, intentaba evitar que percibiera mis temores. No sabía qué hacer ni qué decir, inmersa en este mágico momento y atrapada por el calor embriagante que emanaba de su cuerpo mientras sentía su profunda y pausada respiración resbalando por mi nuca. Pero no tardé en descubrir que al llegar la noche, se creó el escenario perfecto para que todo el derroche de besos, abrazos y caricias fuera poco para llenar aquel momento de oscuridad, y para notar que sobre nuestras cabezas ya no volaban gaviotas, sino besos que surgían a nuestro alrededor como si de fuegos artificiales se tratara, y que ambos éramos incapaces de detener nuestras manos investigando el cuerpo del otro, o nuestros labios hablando en mil idiomas, o nuestros cuerpos que bailaban al ritmo de canciones que sólo nosotros podíamos oír….Hubo tanto amor, tanta ternura, tantos besos que…………
Ring, ring! Ring, ring!
Abrí los ojos para regresar al día gris que permanecía sobre mi cabeza desde el momento en el que dejé de ver la vida de colores. A mi alrededor todos mis compañeros hablaban por teléfono, aunque había tanto ruido que yo no lograba escuchar algo claro. Miré mi mano derecha y me descubrí acariciando con mi dedo pulgar derecho el vacío de la parte interna de mi dedo anular de la misma mano. No lograba acostumbrarme a la ausencia de mi anillo de bodas. Acaricié con nostalgia la piel que ya no sentía, y comprendí que tardaría mucho tiempo en dejar de soñar con todos los besos y caricias que se habían acumulado durante tantos años en aquel fino anillo de oro, y que había rodeado no solo mi dedo, sino gran parte de mi vida. Miré el teléfono que rugía impaciente sobre mi mesa, y descolgué con la mano izquierda, mientras mi dedo anular derecho seguía acariciando los sueños perdidos en el hueco de mi ya inexistente anillo de bodas, y solamente dejé de realizar este gesto para recoger con mi dedo pulgar derecho una lágrima que se escapó de mis ojos, incapaz de permanecer durante más tiempo en el abismo de mi mirada perdida.
Uca16 de abril de 2009

2 Comentarios

  • Voltereta

    Un precioso texto como siempre, me encanta la ternura y el sentimiento con que escribes, describes muy bien el sentimentalismo del amor.

    Un saludo Uca.

    17/04/09 06:04

  • Uca

    Hola Voltereta, me alegro de verte por aqu?. Tus palabras son lo mejor. Gracias por venir.
    Besines.

    17/04/09 07:04

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