Era su mejor amigo. Verlos separados resultaba extraño, casi impensable. Su amistad había sido la relación más sincera que jamás he conocido. Verle sólo, sin su amigo, sin mi amor, dolía y me empañaba la mirada.
Después de aquel día en el que sus cenizas se quedaron flotando en el mar mientras las olas me arrastraban con él, y nuestros corazones hondeaban a media hasta, nos seguimos viendo con frecuencia, como hacíamos todos los días, antes, los tres. Alguna vez nos preguntamos si vernos nos provocaba más dolor, pero el ser humano es un animal de costumbres, y la rutina pudo con nosotros. Un día en el que yo iba buscando una caricia para mi alma y un beso para mis labios entumecidos, y él buscaba un hombro para apoyar su pena y para desahogar sus lágrimas aún no lloradas, nos fundimos en una extraña irrealidad que envolvía nuestros sentimientos de búsqueda del amigo perdido y del marido ausente. Buscamos su última mirada en nuestros ojos, la última parte del cuerpo de cada uno que él había rozado, las últimas palabras que había dicho. Buscamos por todos los rincones de nuestros cuerpos aquello que nos faltaba a cada uno. Esa última sonrisa que dedicó a uno pero al otro no, ese beso depositado en la piel de uno y no en la del otro, ese abrazo protegiendo a uno y no a otro
No recuerdo cuánto tiempo dedicamos a esta búsqueda incansable y agotadora. Yo le echaba de menos tanto que parecía que el frío se había instalado en mis venas para siempre, y aquel día, por primera vez en mucho tiempo, había sentido calor en las mejillas y en mi alma. Me desperté con el sol entrando por la ventana y un poco confusa. Por unos instantes no sabía si estaba soñando
Poco a poco recordé todo lo que había sucedido la noche anterior
Ahora estaba sola, aunque una extraña sensación de paz recorría todo mi cuerpo. Me levanté y salí a la terraza de mi habitación. En el suelo había tres rosas amarillas, mi flor preferida, y una nota:
Aquí tienes lo que te faltaba encontrar: un TE QUIERO
No he vuelto a verlo, y nunca he sabido quién era el dueño de esas dos palabras, pero el frío ha desaparecido de mi cuerpo y mis mejillas siempre parecen encendidas.
es un texto muy bonito,que me ha llenado de tristeza y despues de esperanza porque me transmite un mensaje muy positivo, que la vida sigue y uno no puede quedarse anclado en el pasado....corrigeme si me equivocado
saludos!