De Cero.
La lluvia de una tarde fría y gris, dejó entrar a la tristeza sutilmente y se penetro en medio del pecho. Me rasgo los cartilagos, para depositarse en el corazón. Con el correr de las horas, el frio se apoderaba de mi y veía venir lo peor, no podía moverme, no quería volver... (Si esto término hace tanto tiempo)
Tiempo.
Rei.
Que cosa insolente era querer de una forma irracional, irreal y no tenerlo frente a uno. Sin poder disfrutar de la luz de sus ojos y la textura de su piel.
Pero no pensé más. Dejaría esto en las manos de nadie, en las manos del Estúpido tiempo que perdí en amar y no recibir absolutamente nada. Cerrada bajo llave ante cualquier intento de conexión con el mundo, vivi, intentando volver del infierno, con un escudo en medio del pecho, vivi sin ganas.
El amor me había destrozado, era tan irónico que el dolor del alma sea peor que un hueso roto. Era tan Estúpido e insignificante amar y que eso te destruya.
(Me destruiste)
Y como un puñal por detrás, sentí los recuerdos en cada parte de mi cuerpo y me estremecí. Ya no quería nada que tuviera que ver con el, nada.
(Y me parecía perfecto... Todo es perfecto si no duele, si te hace sentir bien)
Ya nisiquiera confiaba en mi, era un desafío que con los años me costaba asumir. Confiar en lo que era día a día, en que mis impulsos muchas veces me llevaron a la ruina, pero jamás pude confiar en nadie mas. Nadie y había vuelto una parte de mi después de todo. Jamás... Nadie... Volvería a entrar en mi.
Nadie.
(Nisiquiera vos)
Y sonreí.
Libere el dolor sin lágrimas y sonreí.
-Es hora de volver a empezar.
Dije el voz alta, y suspire. Podía sentir como se me abría el pecho más y más. Volver, no quería volver. Pero debía, era necesario si eso significaba no sentir, ni depender de nadie mas que yo.
Nadie.
Más.
Volverá.
A.
Entrar.
(Lo juro)
