Mi última Botella.
Con el alma en dos, ¡me aparte de vos! Te solté cuando la cuerda la tenia solo yo, salte el punte destruido y me deje romper de todo en las piedras del hermoso mar. La tristeza mi amor, de haberte amado y incluso intentar respirar bajo el mar, buscando tus ojos en aquellos seres vivos y encontrarte, pero el tiempo paso y yo, y yo estaba sola. Siempre lo había estado.
Y te solté, deje de respirar, solté la cuerda, deje caer a pedazos el puente que me guiaba a vos, y...
Y...
Y ya no tenía rumbo. Ya no tenía nada.
Ellos esperaban verme volver, de las manos me observaban volver, con una sonrisa fingida y un cuerpo limpio, debajo de tanta mugre. La depresión mi amor, la oscuridad y tu risa me agarraron de los tobillos y revolcaron por toda la cuidad, pero aún así ellos creían que volvería. Y no era así. Ya no volvía por mi, ni por vos, volvía porque... Por ellos.
Yo ya no tenía nada.
Habías sido vos
Solo.
Vos.
Y.
Ya.
No estabas.
Ya no estabas mi amor.
No podía escucharme al hablar, ni pensar solo un segundo sin borrar tus ojos de mi cabeza. Eras la peste, la meningitis más fuerte del mundo, me destruiste por dentro y quedaba mas, el masoquismo de verte volver, amagarme la mano y esconderla una vez más. Que triste mi amor, curarme y en cuanto me ponía de pie, recaer.
Como una estúpida adicta, una alcohólica saboreando al whisky desde lejos y deseando tanto volver a tomas, sabiendo que al final, haber saltado los muros no había sido nada.
Haber aguantado las ganas de verte, salirte a buscar, endurecido los músculos al sentirte y quedarme en el lugar, estroperarme el corazon al verte sonreír y si mi amor, volví a tomar la botella. Volví a destruirme y esto, esto no acabaría jamás.
¡Soltarte en este infierno, este calvario de vos, era como volverte amar. Recordarme el dolor de tu despedida!
Y te solté.
Esta vez, ya no volvería. [para siempre]
