Comencé a oler ciertos aromas a penicilina y otros intrincados medicamentos. El ruido del trajín hospitalario hacía de consorte a mi largo sueño, pero sabía que tenía que despertar.
Las voces que venía oyendo hacía varios días, desde la nebulosa en la que me encontraba, me resultaban un poderoso imán que me conectaba con la familia, de la cual siempre me sentí responsable. Poco a poco sentía, con mayor fuerza, el dolor lacerante en mis piernas, suspendidas por pesados plomos.
Cuando abrí mis ojos ella estaba allí, paciente, sentada al borde de mi larga e incierta agonía.
Silencio, ella paciente callada. Siempre a tu lado.
Qu? m?s se puede desear.
Un texto corto pero muy profundo.
que cuenta lo m?s importante de la vida.
Un abrazo.
Mejorana, hay d?as que tengo que trabajar en varios dise?os y me pongo frente al computador juicioso, otros d?as me dedico a otras cosas. Adem?s t? sabes que siempre estar? para ti.