Lamentos en una tarde fría,
fría como mi alma,
sin ti.
Oigo tus cantos por las mañanas,
percibo tus lamentos de no ver la luz,
Huelo tu piel a kilómetros,
olfateo poco a poco tus lágrimas resbaladas,
saboreo en silencio el amargo sabor de no poder verte,
y en silencio,
te quiero.
Y en silencio, vuelvo a sentir ese calor que sólo tu piel podía provocarme,
cierro los ojos,
y persigo tu voz...