Los ojos sin brillo,
esa mirada de pez
el alma ausente
y ese corrillo de gente
que me mira y murmura.
Plañideras negras
llantos abruptos
los cantos de sirena
me llaman a sus riscos
para devorarme.
Camino cabizbajo
me siento perdido
en el tumulto del silencio
mientras la soledad
me acoge en su seno.
Navego mares fríos
mundos sombríos
donde el barquero
me pide su moneda
para atravesar la laguna.
Siento latir mi calavera
en un tic-tac infame
que se escapa
por las costuras
del tiempo.
El frío mármol
es sala de espera
de mi último viaje
en una barca sin remos
de caoba y terciopelo.
En lo alto la luna blanca
y un lobo triste aullando
que no augura nada bueno
y bueno, ya me despido
que no quiero entretenerlos.