Escribo estas línea amargas
entre volutas de humo
desde el hemisferio este
alumbrado por lunas gemelas
que huyen del astro rey
peregrinando al infierno
donde las almas dejan de latir
y se convierten en brunos cuervos.
Los guarismos de la poesía
surgen cual fantasmas
en el teclado diseminado
ante mis ojos cansados
hartos de tanta batalla perdida
en la soledad del tiempo
en calendarios sin domingo
de amaneceres inciertos.
Me pregunto quién fui
donde perdí el camino
que me llevaba al infierno
para llevarme a este lugar
donde habitan las telarañas
donde no suena la música
y el silencio trepana
mi cerebro de marfil.
Mis cuencas vacías
se dilatan al contemplar
este tugurio existencial
en el que mi mente cruje
profanando el mausoleo
donde muere la civilización
y los miedos nos corroen
desde la dermis hacia dentro.
Los sueños se pierden
en los vaivenes del mar
en los tumultos del tiempo
donde buitres agoreros
nos esperan vestidos de negro
afilando sus picos romos
en huesos abandonados
en la arena del desierto.
Deletreo D-E-S-O-LA-C-I-O-N
y la veo mirarme de frente
como un augurio del porvenir
donde las olas regurgitan
sus algas hacia dentro
hacia los abisales fondos
donde habitan mis demonios
adentrándose al averno.
Llevo puesta la máscara
del poeta espectral
al que guían sus instintos
enlutadas plañideras
dirigiéndose al confín
donde termina el mundo
y surge la poesía verdadera
que viven nuestras sombras.