Levanta la brisa del otoño
la poesía de su letargo estival
cuando las golondrinas
abandonan sus nidos
y elevan sus alas negras
apuntando al horizonte,
mientras el sol se oculta
en el fin del equinoccio
de miradas indiscretas
y de corazones tiernos.
La sombra de la soledad
flota en un mar sin fondo
donde las sirenas duermen
sus quimeras de cristal
en azules recónditos,
ajenos a la tristeza
que les tiene retenidos
en mareas moldeadas
de espumas blancas
sumidas en su decadencia.
El desierto del amor se abre
a la hermosa rosa de arena
engendrada por el simún
olvidada en la historia
que deambula cual fantasía
en desvaríos de oro y coral,
espectros de lo que pudo ser
y murió ahogado en la sal
de una vida que en su devenir
nos asfixia en su desdén.
Bello, la lectura me llevo como en una película, sin dejar de ver cada detalle que describes.
Siempre es un placer leer y comentar tus textos Voltereta.