Desde que te conozco los hombres de bares han dejado la barra con el último whisky sin terminar. Han perseguido aquellos recuerdos que dejaron flotando entre las nubes y que tanto hirieron su corazón, para aprender a llevarlo siempre herido. Esos hombres, desde que supe que tu mera existencia no lo era tanto, miran al azul como la suave balada del final. Esa que el DJ en un baile de instituto americano hacer sonar. Esa donde las miradas que un día evitaron cruzarse se encuentran en un fuego cruzado de silencios. Frente con frente. Mi mano en su cintura se debate entre la delicadeza de la intimidad y aferrarse al cuerpo para no dejarlo escapar.
Desde que te conozco hay palabras que buscan entrar como el viento lo hace en tu pecho. Se han dado casos de cantautores que han quedado desnudos sin su guitarra. También se han visto rockeros apartando el cuero para tocar tu piel. Incluso tipos como yo, puramente melancólicos, conocer lo que es la felicidad. Y eso da miedo. No es lógico, lo sé. Pero nada de lo que sucede entre mi mirada y tú se puede descifrar con la razón. Mira que he intentado comprender por qué a veces te odio a la vez que deseo tener mi cabello entre tus dedos.
Ahora te tengo rodeada con mi brazo mientras los tuyos se apoyan en mis hombros. Te sonrojas a pesar de haber compartido conmigo tus momentos más vergonzosos. Te he visto caer, asustarte con una mariposa, quemarte la lengua con la taza del café, romper vasos y platos y aún así sigues teniendo tus mejillas rojas cada vez que me acerco. Intentas fijar tus ojos en los míos sin bajar la mirada. Quizá por fin llegue aquel beso que cierra la película. Pero no serías tú si me lo pusieses fácil. Decides apoyar la cabeza en mi hombro.
El ritmo de la música va frenando y nuestro balanceo al unísono apenas es perceptible. Te cojo de la mano, la subo encima de nuestras cabezas para ver cómo giras. Sonríes mientras las ondas de tu pelo se quedan suspendidas en el aire, sonríes como una niña al colgar su primer dibujo en la nevera. Terminas en frente de mí, el flequillo totalmente despeinado y tu risa se difumina entre la música como el sonido de las olas en la playa.
Recuerdo aquella noche como si fuera hoy. La revivo cada vez que tengo morriña por no estar a tu lado, por no saber si aquello fue un espejismo, si alguna vez quisiste tenerme a tu lado.
Me gusta mucho tu texto, y tu forma de escribir.
Saludos cordiales.