¿De qué sirven las lágrimas?
¿De qué sirve lamentarse?
¿De qué sirve poner buena cara? ¿Callar?
¿Y el arrepentimiento? ¿La desgana?
¿Las fuerzas inhumanas debajo de la piel, detrás de las lágrimas?
¿De qué sirve el reproche, el odio, el desencanto?
¿De qué las horas que se me caen por el suelo?
Nada, nada me sirve.
Nada..., nada de lo que tengo guardado.
Porque ya ha pasado más de un año y te juro, te juro que no quiero más de eso. Pero tampoco quiero más de esto otro...
Porque si algún día he de luchar por ti ha de ser ante tus ojos.
Ante tus ojos.
¿Entiendes eso?
He sido muy idiota, pero quizá no tanto.
Sigue pidiendo reacciones a gritos callados... pero si hago algo ha de ser ante tus ojos, ante tu presencia, así no sea a menos de dos metros..., es como debió ser desde el principio y desde cada uno de los finales.