En un día como cualquier otro, yo caminaba, todo parecía normal como todos los días, cual sería mi sorpresa al ver una figura conocida, que se mostraba frente a mis pupilas, era la misma persona de siempre salvo por un pequeño detalle.
Envuelta en elegantes telas negras, que se acomodaban perfectamente a su fisonomía, una dama se atravesó en mi rango de visión, bendito sea el momento en que el padre tiempo, me dejo contemplar aquella dama.
Si las princesas existieran sin duda alguna serian como ella, hasta el mismo walt Disney quedaría cegado ante tal dama, y no tendría más opción que admitir que su representación ellas es completamente errónea.
No hay ni habrá, mayor honor que, recibir unas palabras de aquella dama, o simplemente una mirada o una sonrisa.
Los alquimistas buscaban el oro, pensaban que era la perfección, ¡que ilusos!, si hubieran visto lo que yo, sin duda alguna sabrían que el oro no es la representación de la perfección, ya que, no han visto a aquella que es mi princesa.
Se dice que las princesas no existen, pero yo sé que aquellos que dicen eso, están equivocados, al menos en lo que ellos consideran como una, ¡al diablo con el estereotipo de Disney!, yo sé que existen, lo he visto y conocido y sé que aquella muchacha independientemente de las telas que le rodeen, de la máscara de pintura que utilice, sigue siendo y seguirá siendo una princesa ya que si ellas existieran sin duda alguna son como ella.

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