Sin maleta, y sin billete de vuelta,
sin conocer el destino,
sin despedida y sin el último abrazo,
tan solo un beso en la frente,
un beso leve, suave sin
saber que era
el último.
Sin nada dentro de la maleta, sin planes,
sin esperarlo el tren llegó a lo lejos
y una nieblina inundó tu camino.
El sonido fuerte y acelerado del tren,
resonaba y te fuiste, sin meta,
sin regreso.
Aquí me he quedado, sin explicaciones,
sin darte una despedida, tan solo
una leve caricia en tu mano, inerte,
sin calor, sin vida, con el corazon roto,
el cuerpo hecho añicos y la mente bloqueada.
Por momentos, sueño que el viaje a terminado,
que tu regreso se acerca, o que ni siquiera has
cogido ese tren. Pero es duro, es quizás más duro,
pensar que tu viaje no se ha producido, porque
cuando la realidad me golpea fuerte, vuelven
los amargos recuerdos de tu marcha.
Anhelandote de continuo, con cada despertar,
en lo cotidiano, en los problemas y alegrias,
en los atardeceres y en las profundas y negras noches.
Cogiste un tren ... tu tren... sin maleta... y sin billete de vuelta.