El lento desplazarse de las constelaciones por tu piel
Después de tanta espera, de no saber ni cuándo ni cómo encontrar en esto que no es más que un deseo puro y sin forma, bruscamente veo una puerta. En la noche de La Luna, hablándole de tantas cosas, de que estoy empezando a traducir sus cuentos, de golpe pienso en los centenares de textos sueltos y fragmentarios de ella que aún no he leído. Me digo si la fusión de esos textos con el mío (sin mezclar los discursos claro) no sería la manera de llevarlos a un libro, cosa imposible de otro modo, y que ese libro sea, como el Praga Brno, otra vez nuestro libro.
Ahora voy a leer todos los textos, y elegir. Ojalá lo mío vaya naciendo, sea llamado por ellos. Cuánto quisiera que escribiésemos de nuevo juntos muchas páginas, Luna. Creo que lo haremos, quiero que lo hagamos. Estaremos de nuevo tan juntos, Luna.
10/05/10 05:05