En su gélido castillo
Vivía enclaustrada
La hermosa Princesa
Del alma congelada.
Siempre distante y callada
Parecía vivir aislada.
Dentro de un intrincado laberinto
Hecho de sus propias palabras.
Callaba penas y tristezas,
Dolores y pesares.
Poco a poco toda esa amrgura
Con certeza la envenenaba.
Quizo entonces un humilde caballero
Ayudar a la Princesa de Hielo.
Tratar de ablandar su corazón
Y liberar el odio que guardaba.
Risas, charlas
Juegos y bromas.
Todo era alegría ahora
En la vida de la Princesa
Lo que empezó con una amistad lejana
Fue tomando color y forma
Hasta que ninguno de los dos
Pudo escapar del juego...
Pero sabía el caballero que era un error
Y decidió del sueño despertar.
Dejando en ambos terribles heridas
Que tardarían en sanar...
Ahora observa un poco alejado
La vida de la hermosa doncella
Ahora disfruta, aliviado
De la felicidad de la Princesa.
