Tengo treinta y cinco años, los sé,
no tienes por qué recordármelo.
las canas y el cansancio todos los días hacen esa labor por ti.
Así es, qué puedo hacer, la vida, al igual que los ríos,
siempre van hacia adelante,
siguen y siguen sin importar a quién arrastran.
Sabes, a veces quisiera retroceder el tiempo;
no sé... unos veinte años, tal vez.
montar en bicicleta, jugar al tenis, montar en bicicleta,
ir al gimnasio, montar en bicicleta, todo en un mismo día y
sin sentir dolor alguno.
pero... lamentablemente no está en mis manos y todavía
no he creado una maquina para retroceder el tiempo.
Así que... no me distraigas con tus peroratas querida sombra y déjame en paz.
el tiempo que me resta no lo quiero desperdiciar contigo,
además, me duele bastante el hombro izquierdo.
La vida nunca pasa en balde, pero siempre hay que dejar un espacio para la imaginación.
Siempre escribiendo buenos textos, amigo Zien.
Un placer leerte.