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Lluvia, Muro y un Buey Imaginario

Dolorosamente llueve. Cada nube derrama un aguacero gris, cansado. Y nada puede hacer el hombre, meditando aquí sentado, para detener el afán del cielo persistente. Frente a él, un muro más inmenso que toda montaña se alza soberanamente, antaño erigido para contener el torrente diluviano que perpetuamente azota su lugar y su tiempo, un coloso blanco de espalda piedra, tendido a lo largo del mundo, cabal frontera, que de erosionarse tanto ya va dando señales del quebranto inminente. Y nada puede hacer el hombre, aquí en su soledad humilde, para resanar las grietas que trazaron los años. Con los ojos tranquilamente cerrados, alza él otra frontera, más modesta, acorralando el último de sus pensamientos ancianos. Batalla dentro contra un terquísimo buey imaginario, que brama y se agita bruscamente, acaso adivinando la tragedia que se fragua afuera. Muge y se empeña la bestia en evadir la voluntad del hombre y escapar a la pradera donde muge lo escapado imaginariamente. Y seguirá la lluvia dolorosa, y quebrará el muro inevitablemente, dando paso a los mares de la muerte, al océano abrumador de lo que viene. Mientras tanto el hombre puede, aquí sentado bravamente, dar lucha sin tregua a su buey imaginario.
Abrahamsaucedocepeda12 de julio de 2012

1 Comentarios

  • Daydream

    Recordé con este texto que somos tan diminutos e incapaces ante la naturaleza enfurecida. La dañamos para luego buscar la forma de protegernos de ella en vez de cuidarla.

    Tu texto está cargado de imágenes, realmente fue un gusto haberlo leído.

    12/07/12 09:07

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