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Hace mucho que ya no la llamo me estoy desenganchado de ella.
Ya no me hace falta.
Ella no me llama, seguramente ni me recordará... una mujer tan hermosa no suele acordarse de todos los pretendientes que roza.
Hubo un tiempo que andaba enamorado de ella, su luz y todas las cosas que prometía. Los momentos que compartimos juntos, de gloria, de oro, de amaneceres radiantes y noches de luna color marfil.
Me enamore de su aroma, su brillo, cada centímetro de su piel y esplendor...
incluso en la intimidad más publica era hermosa.
Pensaba que juntos nos lo llevaríamos todo...
Que éramos inseparables...
Pero ella se fue porque sabía todo lo que era capaz de quererla.
Ella era tan hermosa...
era tan ciega...
más placentera que la droga,
ella era tan pura...
tan eufórica y serena,
ella era tan ella...
Susurros a gritos en mi cabeza me decían que tenía varios amantes... pero al fin y al cabo a mí no me importaba mientras de vez en cuando fuera mía.
Pero poco a poco se fue alejando más en el horizonte llevándose la luz y dejándome la mirada ciega.
Las sobras se me quedaron en polvo y no volvió...
la suerte no volvió...
