Perecieron los ideales
entre las manos desgarradas
de la sinrazón.
Tal vez volver a empezar
sea la única manera de galopar
y salir de este estado vegetativo;
me vi herido de muerte
y sin embargo no logré morir
tal y como sucumben los objetos inanimados
que carcomen el cerebro
donde reposan los pensamientos
de un hombre
que deseó creerse útil frente
a los diablos ignorados.
Invéntate otros ideales, que en el fondo serán los mismos, y sal al encuentro de los diablos ignorados. Desposéelos de su maligna fuerza, haz que sean tus aliados.
Un tiempo vegetando no le viene mal a nadie, pero que sea para renovar el mobiliario.
Saludos.