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La Importancia de Llamarse Nadie

Nadie dice nada, nadie espera nada, nadie confirma nada, nadie atiende a reclamaciones y/o razones y nadie conoce a nadie. Al contrario que los eruditos o los seres de luz que gustan de buscarse a sí mismos entre las cosas lúcidas o los actos puramente humanistas, nadie busca nada y nadie necesita de nadie, ya que todos sabemos de todo y el hedonismo llega y sobra para ir tirando (o al menos eso es lo que a mí me cuentan los que gimotean asiduamente).
Vivimos tiempos de cartón piedra, tiempos –supuestamente- innovadores a la par que impúdicos donde más de uno se aferra a ese "nadie" para así dejarse llevar, sin coartadas ni alegatos, sin decretos que nos rayen la cabeza, sin tener que exigir a nadie lo que se necesita exigir para que esta sociedad vaya saliendo del hoyo y vuelva a ser una sociedad medianamente coherente, cohesionada y floreciente: «Lo más característico de la vida moderna no era su crueldad ni su inseguridad, sino sencillamente su vaciedad, su absoluta falta de contenido», dijo Orwell mientras visionaba el futuro. Ese futuro es ahora y muerde. Por lo cual, yo también digo, aunque me pese, que malvivimos en la sociedad del "nadie espera nada de nadie", esa misma sociedad donde, asimismo, "nadie da nada a cambio de nada". Triste pero cierto, como un cuadro de Van Gogh rajado a causa de las lágrimas bajo el cielo grisáceo de Zundert.
Pero no me hagan caso, únicamente salgan de sus habitáculos en forma de huevo un día de estos e intenten relacionarse con sus semejantes de una manera altruista, transparente y sincera (después de hacerlo, por favor, déjenme un comentario sobre dicho acto, tal vez yo esté enormemente equivocado y les haya salido bien el experimento).
A lo anteriormente descrito yo lo denomino "la importancia de llamarse nadie"; también podría llamarlo "agarra lo que puedas y corre hacia la frontera" o "me lo llevo calentito y/o muerto pese a lo que puedan pensar de mí". Tenemos referentes fundamentales con nombres y apellidos que validan con sus actos toda esta perdición de moralidad que les narro:Bárcenas, La Pantoja, Pepe Blanco, Iñaqui "el yerno", Miguel Blesa… y un larguísimo etcétera de personajes deshonestos que, por si fuera poco su indecencia, pasan por la vida contentos, jubilosos cual comediante salido de una novela bucólica pastoril, sin demasiadas amarguras ni prisas, regalándole a la grada un corte (o dos) de mangas o una sonrisa obscena, que al caso, a mí me da igual una cosa que la otra, ya que a fin de cuentas no es más que una tomadura de pelo a la ciudadanía que se las ve y se las desea para aguantar el tipo día sí y día también -y punto pelota-. Nadie rivaliza con nadie (con todos), nadie le votó al PP, nadie falsea, nadie conoce ya a Zapatero, nadie malversó jamás nada, nadie es digno de confianza y nadie ama a nadie, es decir, que sólo se ama a sí mismo… Y lo único que me pregunto yo es cómo se encontrará de salud física y sobre todo psíquica esa persona que sí es alguien.
Alexandervortice06 de septiembre de 2013

1 Comentarios

  • Polaris

    Se encuentra asqueado, harto, perplejo,cansado, enfadado, furioso, engañado, vilipendiado, rabioso y con ganas de seguir a alguien que cambie el estar presente de las cosas y los acontecimientos, pero, y todo tiene un pero en la vida, ¿quien lidera este cambio necesario?,los del 15M, Rosa Diez, Albert Ribera, yo desde esta atalaya propongo a Pedro Ruiz, si no lo hace bien al menos nos reiremos.


    Interesante, no es frecuente encontrar cosas así en este sitió, por lo visto no todo esta perdido, todavía hay alguien que se hace preguntas.

    Un saludo.

    06/09/13 04:09

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