Mi primer recuerdo de ti
es con un libro en la mano.
Tu pluma y tus folios
iban siempre contigo.
Me encantaba quedarme,
a tu lado, escribiendo
en la madrugada.
Ese sonido tan mágico
de tu máquina de escribir
cuando se atascaban
las teclas.
Tus regalos eran
siempre cultura...
No has podido dejarme
mejor herencia
que tu amor por las letras.