El sol se pone en el horizonte
y la luna se hunde en el sueño;
la brisa acaricia las rosa;
las cañerías comienzan su sinfonía;
las luces se apagan
como las estrellas;
las hornallas grasientas
hierven agua y cocinan odio;
los edificios bostezan y las bocinas
cantan sus obscenidades a los semáforos rojos.
Mientras el sol se pone en el horizonte
El viento dice hola
con una sonrisa sin dientes.
Tremenda y desgarradora reseña de la urbanidad.
Breve pero muy intensa. Como solo se puede decir en un poema.
Te abrazo, compañero