Entre el ojo del lente
y la figura fantasmal,
posan:
las dulces putas de Río,
los duros brigadistas internacionales
al grito de No Pasaran,
la fumona Marilyn,
el muchacho de pene inmenso,
la exhuberancia de Sofia,
las niñas de ojos grandes
y corazones perdidos,
el escritor enfermo,
el acero y la industria
-reina y madre de la ciudad-,
los perdidos violinistas
en algún rincón del mundo,
los chicos malos de New Jersey
y París,
los maricas del new wave,
las lesbianas de closet,
los viejos obreros
cubiertos de cal
y cansancio,
León Trotsky,
la bandera hecha jirones,
los meadores de cerveza irlandeses,
los fotógrafos autorreferenciales,
los cojones de Cappa.
la sutileza de la luz
y de las sombras,
el aura
-de los derrotados-
la vulgaridad
-de los vencedores-.
la caída de un miliciano
para registrar la épica
la belleza
la maldad
el dolor
el amor
un registro,
un testigo,
para los desnudos y los muertos.
