No Hay Nada Más Difícil que
Vivir Sin Ti.
Amanecer. Y subir la persiana. Y dar los buenos días a la vida. Y acordarme de ti. Y coger mi vaso de leche calentito. Y salir. Despejarme. Primeros rayos de luz natural del día. Naturales como tú. Y volverte a recordar. Y no atender. No escuchar. Escucharte a ti. Sin tener otro mundo. Sin tener nada más. Simplemente. Y recordar aquellas palabras. Las últimas palabras. El último abrazo. El último beso. Por si ya no hay más. Por si te alejas. No. No. Ahora toca reír. Toca ser feliz. Aunque sea de una manera extraña. Aunque no lo sea del todo. En el fondo, lo sabes.