Te levantas con el alba
peinada por el levante pendenciero.
Tu cabello, que son rizos de espuma,
vuela con las gaviotas por tu pecho.
-Me susurras una ola al oído.-
Yo me estremezco, tiemblo,
porque conozco tus noches de tormenta,
cuando tu cielo me ocultas
y pierdo el rumbo sin estrellas.
Cuando haces naufragar
mi mano, de la que hago un navío
para dibujar tus costas
y buscar el ansiado tesoro
en las playas de tu falda corta.
-Nos vamos a pique, mi capitán-
Pero, tambien pienso tus noches
cuando eres agua mansa
y te derramas en mis labios
en el lento tiempo
de un suspiro acompasado,
cuando vuelves sin haberte ido
y como una marea tenaz
des granas los segundos conmigo
en tus ratos de bajamar.
-Hoy, el mar está en calma.-
Quiero, una lágrima de tus ojos
como una pequeña muestra
del eterno mar que late en ellos;
Quiero, tu sabor salado
en mi boca
y en mis dedos.
-Eres un amor marinero.-