Te ves como cada tarde sentada en el jardín, con tu mirada triste esperando la visita...Un día fuiste preciosa muñeca de porcelana, de brillantes ojos azules y tirabuzones del color del mismo oro, el viento y la lluvia erosionaron tu cara, cuarteándola como figura de barro, llevándose el oro de tu pelo borrándote la sonrisa cambiándola por lagrimas. Tus manos ya no bordaban retales convirtiéndolos en vistosos pañuelos, tus piernas ya no corren al paso de las aguas. El minutero de tu reloj se ha parado a las cinco, alguien te habla y conduce a tu cama, y ahí te dejas llevar por el sueño mirando por la ventana hasta el siguiente día. Allí sentada ,en el jardín a veces el tiempo se para, hablas con tus recuerdos como si estuvieran frente a las flores que lo adornan, luego te callas y esperas, gotas de pena mojan tu cara cuando te das cuenta que la puerta no se abre, que ya no viene nadie, que tu reloj de arena sigue restando aire, que cual muñeca rota fuiste llevada junto a las otras en espera de que alguien las repare, trozos de plástico que ya no encajan, trozos a los que le faltan detalles. En momentos de lucidez miras alrededor, y las ves, ves a otras muñecas rotas que un día guardaron en cajas de cartón y llevaron al desván porque con ellas ya nadie quiere jugar.