Soñando con tus ojos
alargaba mi mano y te tocaba,
te tenía,
alargando mi mano
te sentía.
Y mis ojos lloraban,
lloraban.
El duro invierno
desnudos deja los árboles.
Salpica sobre la tierra
las lágrimas inevitables.
Pies descalzos,
desprotegidos
solos ahora,
van haciendo camino.
Sendero burdeo
brillantes escamas de plata
en el mar negro
resaltaban el lugar
cómo si fuera fondo de terciopelo
Bola plateada
serena,
alumbraba aquella noche
por los rincones que paseaba
e iba escuchando tu nombre.
Tu voz me acompañaba
la escuchaba,
me hablaba
y mis ojos lloraban.