Ella Murió
Se escabulló de entre mis brazos, de un momento a otro, tan dócil como agua que se escurre entre las rocas, hasta diluirse en el arrollo.
Era tan ambigua.
Parecía alejarse de mí como cansada, como llena de debilidad, como si no quisiera dejarme, mas era tan fuerte que me abandonaba sin importar la intensidad de mis abrazos, o lo alto que gritase su nombre.
El aire me arrebató su mano, y a medida que se iba yo perdía su calor. Fui tras ella, pero el viento corría veloz, escupiéndome en la cara una estela le soledad.
Le perdí de vista, sin embargo y estúpidamente, seguí adelante en un inútil esfuerzo que, al final terminó marcando el mayor fracaso de mi vida.
Agonía, cruel agonía. Como la recuerdo. ¡Vaya que dolía!
Luego que mis ojos no pudieran llorar más mares, la resignación llegó a mí. Tuve que resignarme a vivir sin su mirada, a olvidarme de su sonrisa, a prescindir de sus besos. ¡Parte de mis penas! Pues ella murió, murió sin mí, y ahora me tocará vivir sin ella
¡Rectificando mis palabras! Y ahora me tocará morir sin ella. Puesto que, ángel mío, una vida sin ti no es vida
