¿Y tú, quién eres?
¿Qué has hecho con mi mente?
¿Dónde has encerrado mis pensamientos?
¿Por qué ya no te sirven mis sentimientos?
¿Dónde has tirado mi alegría de vivir...?
Sin ella,...sin remedio ¡voy a morir!
¿Cuándo prescindiste de mi ternura?
¿cuándo me impregnaste de esta locura?
¿A dónde me llevas
con esta deriva
sin timón ni velas
ni autoestima?
¿Estás ahí?
Yo te veo en el espejo;
veo tu rostro mi rostro gris
mirando muy muy lejos.
Cuévanos oscuros y vacíos
ariscos pómulos enjutos...
Escucha mis desvaríos
y no prepares los lutos,
el tuyo, el mío...
Abre sólo una grieta
que nos permita a ti, a mí...
liberar nuestra alma prieta
y soñar así
como lo hacía inquieta
cuando vivir,
era una gracil pirueta.
Sin reproches,
Sin aplausos,
Sólo palabras sin coces
sólo risas sin faunos.
Me encanta esa madurez del alma, que crea poesía sin disimulo e invita al lector a despojarse de sus miedos y adentrarse en la espiritualidad del escritor.