Tanto dolor arrastrando su bagaje
por las intrincadas sendas
del horror y del hambre
(cuántos lodos, cuántas mares)
y la llegada, la meta:
¿Dónde está? ¿Quién lo sabe?
Tal vez se pierda su nombre, su linaje,
y solo quede en pie
su grito lacerante contra la inquina,
la guerra y la barbarie;
quizás también resista
su sueño de libertad y vida,
de descansar sin muerte,
de defender su dignidad sin sangre,
su identidad sin ultraje,
y sienta que no hay nada más denigrante
que el destierro, que la huida
que no lleva a ninguna parte.
Ante una verja que no se abre
voces libertarias le prometen
saciarle de pan y justicia,
devolverle la esperanza en el mañana,
la confianza en sus iguales,
en tanto que, sin patria, vaga
por laberintos sin salida:
¿Por cuánto tiempo? No lo sabe
¿Por qué razones? Cainitas.
