Aquel grito agudo, profundo, súbito, alado, bestial recorrió toda mi espalda, me dejo sin aliento, ingreso por mi nuca y se clavó en mi mente, se crisparon mis músculos, el grito venia de aquella tumba.
La tierra respiraba con la fuerza de un tormento, las sombras aparecieron como ejércitos de fantasmas, de pronto la bestia lo envolvió, lo estrangulo y con una lenta agonía, devoro su corazón, luego sacudió el espacio en un veloz movimiento de sus garras, tomo lo que quedaba de su alma y también lo devoro, la tierra dejo de respirar y la bestia regreso a su tumba.
La voz de un ángel calmo mi angustia, me susurro al oído, y me dijo: este fue el último acto salvaje sobre la tierra de un alma muy violenta, su tremenda maldad termino en la mayor de las oscuridades en su tumba, siendo devorado por su propia bestia, este es el final de un alma violenta, por tanta tragedia; antes de quemarse en el mismísimo infierno.
Un buen texto, me recuerdas a Poe.
Un saludo.