Hay en la Serranía de Cuenca, a muy pocos kilómetros de la capital, una pequeñísima aldea llamada Molinos de Papel. Allí pasaba yo las vacaciones de mis primeros años de infancia. Allí hay un pequeño riachuelo en cuyo trayecto, al lado de los huertos y las zarzamoras silvestres, permanece incólume ante el paso del tiempo un humilde puente de piedra. Pues bien. Aún recuerdo su magia en mi memoria. Allí dejé mis primeros versos arrancados a la brisa de los atardeceres. Y todavía permanece allí, sentado en el pretil del puente, un pequeño niño que le habla a las zarzamoras silvestres. Aún permanece allí, como símbolo de las pacíficas horas del consuelo, un niño abrazado a la estela del sonido de las aguas chocando con las piedras lisas de su fondo. Si alguna vez tenéis la ocasión de pasar por allí y ver el puente decidle por favor que no lo olvido...
Claro que no se olvida... nunca se nos olvida ese ni?o/a que todos llevamos dentro, si alguna vez me paso por ese lugar no dudes que se lo dir?... Gracias, me gust? tu escrito.
Si no pasas por all? nunca (porque es un rinc?n escondido dif?cil de explorar) c?ntale a cualquier peque?o valle en que te encuentres alguna vez. Las ondas de tu canto llegar?n seguro a los oidos del puente...