Van a juzgarte por mil cosas, por aquellas que imaginas pero también por las que no tienes ni idea. Nadie libró tus batallas ni nadie vivió tus alegrías como para dejarles ser jueces de una vida que no les pertenece. Pueden incluso juzgarte por lo que tu crees que son tus virtudes, hablo de la sinceridad o de la generosidad. No vas a conseguir agradar a todo el mundo, y tampoco debe ser ese tu fin, agradar a nadie.
Cuando pones el foco fuera, en lo exterior entonces la vida te devuelve el mensaje bien claro y sin casualidades posible, te expone ante situaciones donde lo primero que tienes que hacer es poner tus límites y ser tú mismo, independientemente de quien vaya a aceptarte o no. Quiérete y verás el reflejo fuera, pero no lo hagas con ese fin, sino con la certeza de que nadie puede quererte mejor que tú mismo.
Es meritorio decir las cosas con tanta claridad y a la vez hacerlo desde el balcón de la sabiduría, amparado en la sencillez de las palabras y en lo hermoso que tiene la cordura.
Un saludo.