En las tinieblas de mi mente te encuentras agazapado esperando el momento indicado para atacar. Tu espada brilla aún en la oscuridad deseosa de batallar una vez más.
Tus ojos se encienden como el carbón y tu voz me invade desde lo más profundo. Me gritas a todo pulmón pero no logro entender con exactitud tus palabras, me pones nervioso como león enjaulado. Me ínsitas a desenvainar y luchar a tu lado.
Mis huesos dudan mientras ellos se acercan desde el poniente, tú vuelves a gritar!
Los enemigos se acercan irremediablemente, una sonrisa de maldad se instala en tu cara, me empujas, entre el miedo y la adrenalina decido moverme, avanzar
fijo mi blanco y hundo mi espada hasta el fondo cerrando los ojos. Siento como la carne blanda se abre sin impedimento, los gritos no se hacen esperar
me asusto.
Cuando vuelvo a mirar tú me abandonas riéndote al caminar, dos hombres me sujetan por ambos flancos y una jeringa sorpresiva irrumpe mis venas
después la oscuridad se cierne en mí.
El soldado de bata blanca yace desangrado en el pasillo central
Hoy iba a ser un gran día, tú lo dijiste, ellos también
firmarían por fin mi salida pero una vez más volviste a apoderarte de mí sin pedir permiso
tratando de hacerme creer que yo era un impostor, que vos eras yo y que debía devolverte a cualquier costo la vida que te había robado
