Por alguna extraña razón Rose se sentía un poco vacía. Era la quinta vez que miraba el móvil esa mañana y no esperando una llamada cualquiera o un mensaje de su madre diciéndole lo tarde que llegaba a comer. Esperaba un sms distinto que pudiera sacarle aquella sonrisa que la caracterizaba.
Sus ojos se pasearon alrededor de aquél bar que habían elegido. Una de las normas o vicios extraños que tenían sus amigas era cambiar de bar entre semana e ir a uno distinto. Eso, según Elena multiplicada por dos la posibilidad de ver a un tío bueno. Y casi por tres las probabilidades de ligarse a más de la mitad de taberneros para que la invitaran a copas casi todos los días de la semana de forma gratuita, no era tan tonta como parecía....
No te quedes sin saber el final y termina de leerlo en mi blog!, gracias de antemano si eres una de las personas que me lee. Espero que os este gustando.
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