Entre los animales del pesebre
hay un animal que parece no estar
se trata del venenoso escorpión
que representa a los poderosos de la tierra
y todos los años, en cada navidad
muerde la boca del niño Dios
y siempre, le inyecta su sucio veneno
para que el niño Dios no pueda decir
lo que de todos modos siempre dirá:
tuve hambre
me diste de comer
tuve sed
me diste de beber
estaba desnudo
y me vestiste
estaba preso
y me visitaste
Cuando lo hiciste con el más pequeño de mis hermanos,
conmigo lo hiciste. Y lo demás Dios que probó el olvido, lo tiene bien olvidado. Así será, en la última Navidad. Con un niño Dios ya crecido, matando para siempre al escorpión.