He perdido un poema en los huecos de la memoria;
hablaba de un bosque sublime,
de pájaros luminosos
que beben en una fuente antigua,
y cantan una canción nueva.
Pero no lloro.
He perdido un poema,
y su raiz secreta
brota en estas palabras
con lágrima muda, con húmeda alegría.
Allá, Fabio, se esconde de un mundo que nada sabe y que nada ve. Alimenta en tu memoria su forma, sus palabras, la belleza de su juego de fonemas. Siente la dicha de tratas de hallar sus huellas en cada sugerencia que te invite a llamarle por su nombre. Un gran saludo.