En alguna curiosidad de la memoria
donde no recuerdo ya por siempre
se ha perdido, mi gata blanca.
No era bella ni graciosa
pero tenía el aroma de la nostalgia.
Hubo noches cerradas, donde acaricié su pelo manso
y se abrió la luna entre mis manos.
Debo encontrarla, pero es irrefutable no buscarla.
¿ qué otros mundos conoce, que yo aún no?
Para quienes puedan ayudarme
les digo que mi gata
no era una gata
ni tampoco blanca.