La sensación de ahogo al verte con otra, y la deseperación por conseguirte remuebe y envenena todo mi cuerpo. No deja hueco alguno, por el que no haya pasado el amargo escalofrío que imparable me recorre de pies a cabeza. Tener que enfretarme día a día con las heridas de bala que dispara tu indiferencia hacia mi, es insoportable; es el precio a pagar, por mi silencio. No sé que será peor, si el hecho de guardarme mis sentiemientos y crear una muralla por la cúal siempre acabas entrando, o confesarte todo de una vez y arriesgarme al dolor de tus palabras rechazandome...
Y yo me pregunto:
¿Qué pasaría si por solo por un instante pensaras en mi de la misma forma en que yo lo hago en ti?
Mis labios no callarían, dirían todo lo que siento, lo inutilmente enamorada que estoy de ti.