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Si Dios Quiere

Estoy en un supermercado en una pequeña ciudad italiana haciendo la fila para pagar e irme a casa. Son las cinco de la tarde y es invierno. Un tipo en otra fila paralela a la mía comienza a hacer gestos a alguien detrás de mi. Me giro y veo una mujer de alrededor de cuarenta y cinco años vestida bastante bien, nada en especial. Una bella mujer sosteniendo una botella de vino tinto en cada mano y una sonrisa roja en la boca. Levanta las botellas hasta la altura de su cabeza y las baja hasta su cadera. Cuatro o cinco veces, en respuesta a los gestos del otro señor. Ella sonríe y el otro señor sonríe también.

Empiezo a poner todos los productos en la cinta transportadora de la caja y mientras tanto sigo con atención a estas dos personas.

- ¿Hablas italiano?
- Si
- ¿Eres italiano?
- No, albanés. ¿Y tu?
- Italiana. Soy italiana.

Hay muchos albaneses en Italia y muchos italianos les tienen miedo, generalmente. La señora con la boca pintada y las botellas de vino tinto en cada mano no parece tenerle miedo. Sigo colocando los productos en la cinta y ahora es el turno del arroz.

- Estoy cansada, trabajé todo el día y para colmo hoy compre una cama nueva y un armario. Pesaban una tonelada, estoy destruida.
- ¡Bueno pero la cama nueva le va a traer muchas alegrías!

El albanés no era ningún lento y al parecer tampoco ella lo era.

- ¡No! ¡La cama es para mi hija! Aunque pensándolo bien, ¿no podrías darme una mano para armar todo?
- ¡Cuesto muy caro señora, no creo que le convenga!
- No, no pago con dinero...

La señora que trabajaba en la caja me miró, luego miró a la señora de la boca pintada, luego miró al albanés, luego miró a una señora gorda que estaba atrás de la señora de la boca pintada y finalmente volvió a mirar hacia mi. El albanés me miraba y yo sonreí, y la señora de la boca pintada también me miró y yo sonreí.

- El sábado por la tarde entonces.
- Hecho.

No sé como terminó la historia. La señora de la caja me cantó el precio total y pagué y tuve que moverme de allí. Mientras caminaba bajo la lluvia y un semáforo en rojo me trababa en una esquina, pensaba. Si tan solo la vida estuviera un poco, un poquito, más cargada de estas cosas, quizás, probablemente, Dios tendría más éxito entre los mortales.


Fede29 de noviembre de 2008

8 Comentarios

  • Alumine74

    Fede yo creo que la vida esta cargada de estas peque?as cosas, solo que a veces el ritmo que las personas toman en sus vidas, no las hace detenerse. Lo digo por experiencia personal, yo me nutro de estas peque?as cosas simples, que muchas veces hacen feliz mi d?a.
    Saludos

    29/11/08 11:11

  • Harmunah

    Un suceso como otro cualquiera, de esas peque?as cosas en las que nunca nos fijamos, pero que est?n ah?.

    Me gusta el modo de relatarlo, quitando protagonismo al protagonista para fijarse en otra escena que ni siquiera sabemos c?mo acaba.

    Un saludo.

    29/11/08 02:11

  • Fede

    Gracias por su tiempo!

    29/11/08 04:11

  • Flor

    Jaja. Que linda historia! te felicito.


    Lindo avatar =) besos!

    29/11/08 06:11

  • Mejorana

    Creo que es lo mejor que te he le?do.
    Me gustan los relatos que desprenden inteligencia.
    Yo tambi?n creo en eso que dices.

    29/11/08 10:11

  • Fede

    Gracias Mejo y Flor!

    30/11/08 12:11

  • Blues

    jajaja, Muy bueno!

    pens? que dir?as: si tan solo me lo hubiera propuesto a mi...

    01/12/08 06:12

  • Elhistoriador

    buenisimo

    13/01/09 03:01

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