Cuando soy,
no recuerdo el pasado
ni la membrana que cubre de fracaso,
me arrodillo a escribir
en el suelo, con la estufa con el recuerdo de Jimena,
como si la tierra me esperase ahi atónita y yo, con la estufa
iluminando mi tez,
un sol me fascina,
me voy...
Me fascina irme, irme esta noche sin plan,
no todas las otras admirables,
no todas las otras del desprecio,
ni ayer.
Intentos de no alimentar situaciones demasiado dialécticas.
¡Gracias vida gracias, lapicera roja de anoche!
Me senté, y llamando a mi madre
hablé... lloro todo feliz,
aunque me lastimé la mano y va a empeorar,
todo feliz porque me concediste la calma de fluir polvoso;
que si llego, que si llego
demasiado profundo al mayor fondo de todos,
acabo sin querer en el cielo, a la vuelta del planeta.
Tardaría poco, si quisiera 10 minutos.
Volví a esparcirme en todo,
impaciente como con los años ya que ya lo olvidaron,
en el entierro sin oriente,
mordiendo paredes de ladrillo con musgo
¡Amé el frio, sorbí el café! ¡esperando ahi mi golpe de suerte!
Hiela todo el otoño porque el otoño quiere molestar,
hacer nostalgia con las experiencias
producir en masa
y los tendones para cualquier lado.
Pero enfría en silencio, y obliga a la reacción.
Fue Gloria, gran Gloria. Exhaltado le traté al sueño,
necesitando caer para que
ya
ya
ya
sea mañana. Anhelé todos los párpados de mi alma,
invoquéy soñé.
Volví en la madrugada hasta la puerta un minuto, dos
por si llegaba de golpe. De suerte, perseguida por el frio,
por si de pronto golpeabas.
Volví a dormitar la madrugada masticada.
Me alegra volverte a leer un abrazo